20 - Artiga de Lin
La Artiga de Lin es uno de los valles más visitados de la Val d’Aran, y no es de extrañar, ya que su belleza nos sobrecoge. Los montes escarpados descienden vertiginosamente a través de las empinadas laderas, formaciones provocadas por la erosión en la época glacial.
Otros tiempos más cálidos acaecieron, desapareció el hielo y el entorno se cubrió de espesos bosques de hayas y abetos, llegando incluso hasta los llanos al fondo del valle; posteriormente llegó el hombre y “artigó”, deforestó, las llanuras para convertirlas en “Artigas”, zonas de pasto de alta montaña. De ahí el nombre de este valle.
Pero la gran curiosidad del lugar son los caprichosos recorridos que consiguen hacer los riachuelos al encontrar zonas de roca calcárea, las cuales favorecen que el agua desaparezca como por arte de magia y reaparezca en el lugar más insospechado. Este es el caso de las aguas que provienen del glaciar del Aneto: desaparecen en el Forau d’Aigualluts, abandonando el curso mediterráneo del río Ésera y atraviesan de forma natural las montañas que separan la divisoria de las aguas, pasando a la vertiente atlántica para surgir creando un hermoso espectáculo en los Uelhs deth Joeu.
